Aliyáh 6: (Deuteronomio 19:14-20:9) Leyes sobre los testigos y el comportamiento en la guerra, incluyendo la importancia de la justicia.
Haftaráh: Isaías 2:2-4 (La paz de Elohím y el fin de la guerra en el reino de Adonái).
Brit Hadasháh: 2 Corintios 10:3-5 (Las armas espirituales del creyente).
Adentremonos en la sabiduría de la Torah, revelada a Moshéh por HaShem, y exploremos sus profundas verdades a la luz del Mashíaj que regresa y que ya vino. La Parashá Shoftim, que significa “Jueces”, nos introduce a una serie de leyes y estatutos que sientan las bases de una sociedad justa y ordenada, cuyo pináculo es la manifestación del Reino de Elohím en la tierra. Hoy, nuestro enfoque está en la Aliyá 6 de esta Parashá, que nos instruye sobre las “Leyes de guerra”, un tema que, aunque parece contrastar con la paz del Reino, es fundamental para entender la justicia divina y la eventual llegada de la paz mesiánica.
Tema: Leyes de guerra
1. Texto Hebreo Interlineal
Pasaje: Deuteronomio 20:10-21:1
Texto Hebreo Original | Fonética Tiberiana | Traducción Palabra por Palabra | Traducción Literal del Verso |
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כִּי־תִקְרַב אֶל־עִיר לְהִלָּחֵם עָלֶיהָ וְקָרָאתָ אֵלֶיהָ לְשָׁלוֹם וְהָיָה אִם־שָׁלוֹם תַּעַנְךָ וּפָתְחָה לָךְ וְהָיָה כָּל־הָעָם הַנִּמְצָא בָהּ יִהְיוּ לְךָ לָמַס וְעָבְדוּךָ׃ | Ki-tiqrav el-ir le-hilaḥem aleha ve-qara’ta eleha le-šalom ve-hayah im-šalom taaneja u-fataḥah laj ve-hayah kol-ha-am ha-nimtza ba yihiyu leja la-mas ve-avduja. | Cuando te-acerques a-ciudad para-luchar contra-ella, y-proclames a-ella paz. Y-será, si paz te-responde y-abre para-ti, y-será todo-el-pueblo el-encontrado en-ella serán para-ti para-tributo y-te-servirán. | Cuando te acerques a una ciudad para luchar contra ella, y le proclames paz. Y será que, si te responde con paz y te abre sus puertas, todo el pueblo que en ella se encuentre será para ti tributo y te servirán. |
וְאִם־לֹא תַשְׁלִים עִמָּךְ וְעָשְׂתָה עִמְּךָ מִלְחָמָה וְצַרְתָּ עָלֶיהָ׃ | Ve-im-lo tašlim imaj ve-asətah imja milḥamah ve-tzar’ta aleha. | Y-si-no hace-paz contigo, y-hace contigo guerra, y-la-sitiarás sobre-ella. | Mas si no hace paz contigo, sino que te declara la guerra, entonces la sitiarás. |
וּנְתָנָהּ יְהוָה אֱלֹהֶיךָ בְּיָדֶךָ וְהִכִּיתָ אֶת־כָּל־זְכוּרָהּ לְפִי־חָרֶב׃ | U-netanah Adonái Eloheja be-yadeja ve-hikita et-kol-zejurah le-fi-ḥarev. | Y-la-entregará Adonái tu-Elohím en-tu-mano, y-golpearás a-todo-su-varón con-filo-de-espada. | Y Adonái tu Elohím la entregará en tu mano, y golpearás a todos sus varones a filo de espada. |
רַק הַנָּשִׁים וְהַטַּף וְהַבְּהֵמָה וְכֹל אֲשֶׁר יִהְיֶה בָעִיר כָּל־שְׁלָלָהּ תָּבֹז לָךְ וְאָכַלְתָּ אֶת־שְׁלַל אֹיְבֶיךָ אֲשֶׁר נָתַן יְהוָה אֱלֹהֶיךָ לָךְ׃ | Raq ha-našim ve-ha-ṭaf ve-ha-behemah ve-jol ašer yihyeh ba-ir kol-šelalah tavoz laj ve-ajalta et-šlal oyveja ašer natan Adonái Eloheja laj. | Solamente las-mujeres y-los-niños y-el-ganado y-todo lo-que estará en-la-ciudad, todo-su-botín tomarás para-ti, y-comerás el-botín de-tus-enemigos que dio Adonái tu-Elohím para-ti. | Solamente las mujeres, los niños, el ganado y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos que Adonái tu Elohím te ha dado. |
כֵּן תַּעֲשֶׂה לְכָל־הֶעָרִים הָרְחֹקוֹת מִמְּךָ מְאֹד אֲשֶׁר לֹא־מֵעָרֵי הַגּוֹיִם הָאֵלֶּה הֵנָּה׃ | Ken taaseh le-jol he-arim ha-reḥoqot mi-meja me’od ašer lo-me-arey ha-goyim ha-eleh henah. | Así harás a-todas-las-ciudades las-lejanas de-ti mucho, que no-de-ciudades las-naciones estas son-ellas. | Así harás a todas las ciudades que estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. |
רַק מֵעָרֵי הָעַמִּים הָאֵלֶּה אֲשֶׁר יְהוָה אֱלֹהֶיךָ נֹתֵן לְךָ נַחֲלָה לֹא תְחַיֶּה כָּל־נְשָׁמָה׃ | Raq me-arey ha-amim ha-eleh ašer Adonái Eloheja noten leja naḥalah lo teḥayeh kol-nešamah. | Solamente de-ciudades los-pueblos estos que Adonái tu-Elohím da para-ti heredad, no dejarás-vivir toda-alma. | Pero de las ciudades de estos pueblos que Adonái tu Elohím te da en heredad, no dejarás con vida a ninguna persona. |
כִּי הַחֲרֵם תַּחֲרִימֵם לְמַעַן אֲשֶׁר לֹא־יְלַמְּדוּ אֶתְכֶם לַעֲשׂוֹת כְּכָל־תּוֹעֲבֹתָם אֲשֶׁר עָשׂוּ לֵאלֹהֵיהֶם וַחֲטָאתֶם לַיהוָה אֱלֹהֵיכֶם׃ | Ki ha-ḥarem taḥarimem le-maan ašer lo-yelamedu etjem laasot ke-jol-toavotam ašer asu le-Elohehem va-ḥaṭatem l’Adonái Elohejem. | Porque en-devoción dedicarás-a-ellos, para-que no-os-enseñen a-hacer conforme-a-todas-sus-abominaciones que hicieron a-sus-Elohím, y-pecaréis a-Adonái vuestro-Elohím. | Porque en devoción los dedicarás a la destrucción, para que no os enseñen a hacer conforme a todas sus abominaciones que hicieron para sus dioses, y pequéis contra Adonái vuestro Elohím. |
כִּי תָצוּר אֶל־עִיר יָמִים רַבִּים לְהִלָּחֵם עָלֶיהָ לְתָפְשָׂהּ לֹא־תַשְׁחִית אֶת־עֵצָּהּ לִנְדֹּחַ עָלָיו גַּרְזֶן כִּי מִמֶּנּוּ תֹאכֵל וְאֹתוֹ לֹא תִכְרֹת כִּי הָאָדָם עֵץ הַשָּׂדֶה לָבֹא מִפָּנֶיךָ בַּמָּצוֹר׃ | Ki tatzur el-ir yamim rabim le-hilaḥem aleha le-tofšah lo-tašḥit et-etza lin’doaḥ alav garzen ki mimenu tojel ve-oto lo tijrot ki ha-adam etz ha-sadeh lavo mi-faneja ba-matzor. | Cuando sitíes a-ciudad días muchos para-luchar contra-ella para-tomarla, no-destruirás el-su-árbol para-arrojar sobre-él hacha, porque de-él comerás y-a-él no cortarás; porque el-hombre [es] árbol del-campo para-venir ante-ti en-el-asedio. | Cuando sitíes una ciudad por muchos días para luchar contra ella y tomarla, no destruirás su arbolado arrojando sobre él hacha, porque de él comerás y no lo cortarás; pues, ¿acaso el hombre es árbol del campo para que venga ante ti en el asedio? |
רַק עֵץ אֲשֶׁר תֵּדַע כִּי־לֹא עֵץ מַאֲכָל הוּא אֹתוֹ תַשְׁחִית וְכָרַתָּ וּבָנִיתָ מָצוֹר עַל־הָעִיר אֲשֶׁר־הִוא עֹשָׂה עִמְּךָ מִלְחָמָה עַד רִדְתָּהּ׃ | Raq etz ašer teda ki-lo etz maajal hu oto tašḥit ve-jarata u-vanita matzor al-ha-ir ašer-hi osah imja milḥamah ad ridtah. | Solamente árbol que sepas que-no árbol de-comida es, ese destruirás y-cortarás, y-construirás asedio contra-la-ciudad que-ella hace contigo guerra, hasta su-caída. | Solamente el árbol que sepas que no es árbol de alimento, ese destruirás y cortarás, y construirás asedio contra la ciudad que hace la guerra contigo, hasta su caída. |
כִּי יִמָּצֵא חָלָל בָּאֲדָמָה אֲשֶׁר יְהוָה אֱלֹהֶיךָ נֹתֵן לְךָ לְרִשְׁתָּהּ נֹפֵל בַּשָּׂדֶה לֹא נוֹדַע מִי הִכָּהוּ׃ | Ki yimatze ḥalal ba-adamah ašer Adonái Eloheja noten leja le-rištah nofel ba-sadeh lo noda mi hikahu. | Cuando se-encuentre muerto en-la-tierra que Adonái tu-Elohím da para-ti para-heredarla, caído en-el-campo, no se-sabe quién lo-hirió. | Cuando se encuentre un muerto en la tierra que Adonái tu Elohím te da para heredarla, caído en el campo y no se sabe quién lo hirió. |
2. Haftaráh
Pasaje: Yesha’yahu HaNavi 51:12-52:12 (con énfasis en 52:7-12)
Análisis: La Haftaráh de la Parashá Shoftim, tomada del libro de Yesha’yahu HaNavi (capítulos 51-52), resuena profundamente con los temas de justicia, consuelo y redención, que son inherentes a la Parashá y a la Aliyá 6. Mientras que la Aliyá 6 establece las leyes para una guerra justa y ética, especialmente en lo que respecta a la oferta de paz y la preservación de la creación, la Haftaráh nos eleva a una visión profética de la paz y la redención final de Yerushalayim y del pueblo de Elohím.
Yesha’yahu 51:12 comienza con una pregunta retórica: “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que temas a un hombre mortal…?” Este consuelo divino establece el contexto de confianza en HaShem, incluso frente a las adversidades y conflictos. El profeta llama al pueblo a despertar, a vestirse de fortaleza y a contemplar la futura redención de Tziyon.
El pasaje clave para nuestra conexión es Yesha’yahu 52:7-10:
“מַה־נָּאווּ עַל־הֶהָרִים רַגְלֵי מְבַשֵּׂר מַשְׁמִיעַ שָׁלוֹם מְבַשֵּׂר טוֹב מַשְׁמִיעַ יְשׁוּעָה אֹמֵר לְצִיּוֹן מָלַךְ אֱלֹהָיִךְ׃”
“Ma-na’avu al-he-harim ragley mevašer mašmia šalom mevašer ṭov mašmia yešua omer le-Tziyon malaj Elohayij.”
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que proclama paz, del que trae buenas nuevas de bien, del que proclama salvación, del que dice a Tziyon: Tu Elohím reina!”
Este pasaje, aclamado por su profunda belleza poética, contrasta la realidad de la guerra con la visión de un mensajero de paz y salvación. Donde la Aliyá 6 presenta una guía para minimizar la destrucción y ofrecer paz antes del conflicto, Yesha’yahu nos da la promesa de una paz final que trasciende toda guerra. El “proclamador de paz” trae la noticia de que “Tu Elohím reina”, una referencia directa al Reino de los Cielos, donde la justicia y el orden divino son supremos, eliminando la necesidad de las leyes de guerra.
Midrashim y Targumim:
El Targum Yonatan sobre Yesha’yahu 52:7 identifica al “proclamador” como el rey Mashíaj mismo, quien traerá las buenas nuevas de paz y redención a Tziyon. Esta interpretación mesiánica es crucial, pues conecta las leyes de guerra de Moshéh con la era escatológica donde Yeshúa HaMashíaj establecerá Su Reino. La Haftaráh, por lo tanto, no solo consuela sino que también profetiza la culminación de la justicia divina en una era de paz total, donde “desaparecerán el sonido de las armas y la crueldad de la guerra” (una idea presente en varios Midrashim que discuten la era mesiánica).
El Midrash Tanhuma (Shoftim 9) y el Sifrei Devarim (20:10) discuten la obligación de ofrecer paz a cualquier ciudad, incluso a las que se encuentran muy lejos y que no estaban bajo la sentencia de ḥerem (devoción a la destrucción). Esto subraya la primacía de la paz en la ley de Elohím. La Haftaráh de Yesha’yahu eleva esta búsqueda de paz a una esfera cósmica, mostrando que la paz es el objetivo final de HaShem para Su creación, paz que será plenamente revelada a través de Mashíaj. Así, las leyes de guerra no son un permiso para la crueldad, sino un marco para limitar el mal y apuntar hacia la shalom mesiánica.
3. Brit Hadasháh (Arameo)
Pasaje: Mattityahu (Mateo) 5:38-39 (ܦܫܝܛܬܐ – Peshitta)
ܛܘܼܒܲܝܗܘܢ ܠܥܵܒ݂ܕֵܝ ܫܠܵܡܵܐ، ܕܐܢܹܐ ܒܢܲܝܗ̈ܝ ܕܐܲܠܵܗܵܐ ܢܹܬܩܪܹܐܝܕ݂ܘܿܢ. ܐܲܬܘܢ ܫܡܝܼܥܬܘܢ ܕܐܬܹܐܡܲܪ ܗܘܹܐ ܕܥܲܝܢܵܐ ܒܕܲܠܥܲܝܢܵܐ ܘܫܹܢܵܐ ܒܕܲܠܫܹܢܵܐ. ܐܹܢܵܐ ܕܹܝܢ ܐܵܡܲܪ ܐܵܢܵܐ ܠܟܘܢ ܕܠܵܐ ܬܩܘܼܡܘܢ ܠܘܼܩܒܼܲܠ ܩܕܼܠܬܵܐ ܐܹܠܵܐ ܐܲܝܢܵܐ ܕܡܳܚܶܐ ܠܳܟ ܥܲܠ ܦܵܚܬܼܵܟ ܕܝܲܡܝܼܢܵܐ ܐܲܦܢܹܐ ܠܹܗ ܐܵܦ ܐܵܚܪܹܬܵܐ.
Fonética Siríaca Oriental: Ṭuvayhūn l’ʿāvdē šlāmā, d’annē b’nayhī d’Allāhā nēṭq’rēyidūn. Attun šmīʿtūn d’āṭēmāmar hūwē d’ʿaynā b’dalʿaynā wa-šīnā b’dalšīnā. Ēnā dēn āmar ānā l’kun d’lā t’qūmūn l’lūqbāl q’daltā ēllā aynā d’māḥē lāk ʿal pāḥtāk d’yamīnā appēnē lēh āf āḥrēttā.
Traducción: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Elohím. Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al malo; antes bien, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.
Análisis: Los mandamientos de guerra de la Torah en Deuteronomio 20, con su énfasis en ofrecer paz y su distinción entre ciudades cercanas y lejanas, reflejan la justicia y la misericordia de HaShem en un mundo caído. Sin embargo, Yeshúa HaMashíaj, en Su Sermón del Monte, presenta una ley superior para los ciudadanos del Reino de los Cielos. Él eleva el estándar del “ojo por ojo” (lex talionis), una ley diseñada para limitar la venganza y establecer la justicia proporcionada en la sociedad israelita, hacia una ética de no-resistencia y amor hacia el enemigo.
Este contraste es fundamental para entender la evolución de la revelación divina. Las leyes de guerra en la Torah eran para una nación que debía establecerse y defenderse en un mundo hostil, siguiendo los principios de justicia de HaShem. Pero Yeshúa, como Maran Yeshúa, el Rey del Reino de los Cielos, revela el corazón de Elohím de una manera más profunda. Él no abroga la Torah (Mattityahu 5:17), sino que la cumple y la lleva a su plenitud, revelando su intención original y escatológica.
La ley de “no resistir al malo” y “amar a los enemigos” para los discípulos de Mashíaj no invalida las leyes de guerra de Deuteronomio para un estado-nación. Más bien, establece un camino radicalmente diferente para aquellos que son parte de Su Reino espiritual, que no es “de este mundo” (Yoḥanan – Juan 18:36). Los ciudadanos del Reino de los Cielos son llamados a ser pacificadores, reflejando el carácter de Elohím mismo, quien hace salir Su sol sobre malos y buenos.
Referencias Apócrifas y Pseudepigráficas:
Textos como el Testamento de Gad (en los Testamentos de los Doce Patriarcas) enfatizan el amor al prójimo y la eliminación del odio como condición para la vida eterna, lo cual resuena con la enseñanza de Yeshúa sobre el amor al enemigo. El Libro de Enoc, aunque no aborda directamente la guerra, a menudo describe la corrupción del mundo y la necesidad de la intervención divina para establecer la justicia y la paz, prefigurando la venida del Justo (Mashíaj) para traer un orden divino. El enfoque de Yeshúa en la paz y la no-violencia para Sus seguidores es una preparación para la consumación del Reino de Elohím, donde la “espada” será transformada en “rejas de arado” (Yesha’yahu 2:4). Los hijos de Elohím, los pacificadores, son los heraldos de esta nueva era, llamados a vivir según los principios del Reino incluso antes de su plena manifestación física.
4. Contexto Histórico
Las “Leyes de guerra” en Deuteronomio 20 deben entenderse dentro del contexto de la formación de la nación de Israel en el antiguo Cercano Oriente. En esta época, la guerra era una constante, y los códigos legales de las naciones circundantes (como los hititas, asirios y babilonios) a menudo contenían estipulaciones brutales para la conquista y el tratamiento de los vencidos.
El contexto inmediato es el de Israel preparándose para entrar en la Tierra Prometida, Eretz Yisrael. Moshéh está impartiendo las últimas instrucciones antes de su muerte, preparando a Yehoshúa y al pueblo para las batallas que se avecinan.
Características distintivas de las leyes de guerra de Israel:
1. Oferta de Paz (Deuteronomio 20:10-11): A diferencia de muchos otros imperios antiguos que solo buscaban la dominación, Israel estaba obligado a ofrecer términos de paz a las ciudades lejanas antes de iniciar un asedio. Esto demuestra un principio ético de HaShem que prioriza la vida y la coexistencia pacífica, incluso con naciones extranjeras.
2. Distinción entre Ciudades (Deuteronomio 20:15-17): Se hace una clara distinción entre las “ciudades de estas naciones” (los siete pueblos cananeos que habitaban Eretz Yisrael) y las “ciudades muy lejos de ti”. Las primeras estaban sujetas a la sentencia de ḥerem (devoción a la destrucción) por su idolatría y prácticas abominables (como el sacrificio de niños), para preservar la santidad de la tierra y evitar la corrupción de Israel. Las segundas (ciudades lejanas) podían ser subyugadas y obligadas a pagar tributo, pero no aniquiladas.
3. Preservación de la Naturaleza (Deuteronomio 20:19-20): La prohibición de destruir los árboles frutales durante un asedio es notable. Esta ley refleja una ética de preservación del medio ambiente y de los recursos vitales, un principio que el Midrash conecta con la idea de que “el hombre es como un árbol del campo” (Deuteronomio 20:19). Incluso en la guerra, el daño a la creación de Elohím debe ser limitado, mostrando una sensibilidad ecológica avanzada para su tiempo.
Fuentes Históricas y Arqueológicas:
Los anales asirios, los documentos hititas y los registros egipcios a menudo describen la brutalidad de las campañas militares antiguas, con masacres, deportaciones masivas y la destrucción total de ciudades y recursos. En contraste, las leyes de guerra de Israel, aunque severas en casos específicos (ḥerem), contenían limitaciones éticas únicas. La arqueología ha revelado evidencia de asedios y destrucción de ciudades en el Levante, lo que nos permite contextualizar la realidad de la guerra en la antigüedad. Por ejemplo, hallazgos en sitios como Lakish o Hazor muestran las cicatrices de la guerra y la destrucción, haciendo que las leyes de la Torah no sean teóricas sino respuestas a realidades brutales.
5. Comentarios Proféticos
Las leyes de guerra de la Torah, aunque dadas para una época específica y para el establecimiento de un pueblo terrenal, contienen semillas de la visión profética del Reino de Yeshúa HaMashíaj. La primera instrucción es ofrecer paz (Deuteronomio 20:10), lo que prefigura el deseo de HaShem de shalom para toda la humanidad. Este principio de priorizar la paz es un eco del corazón de Elohím, quien no se deleita en la guerra, sino en la justicia y la rectitud.
Los profetas de Israel, como Yesha’yahu HaNavi y Mika HaNavi, a menudo miraban más allá de las realidades de la guerra presente hacia una era mesiánica de paz universal:
“וְכִתְּתוּ חַרְבוֹתָם לְאִתִּים וַחֲנִיתוֹתֵיהֶם לְמַזְמֵרוֹת לֹא־יִשָּׂא גוֹי אֶל־גּוֹי חֶרֶב וְלֹא־יִלְמְדוּ עוֹד מִלְחָמָה׃” (Yesha’yahu 2:4)
“Ve-jittetu ḥarvotam le-ittim va-ḥanitotehem le-mazmerot lo-yissa goy el-goy ḥerev ve-lo-yilmedu od milḥamah.”
“Y forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas; no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”
Esta profecía, repetida en Mika 4:3, es la culminación de los principios de paz que se encuentran incluso en las leyes de guerra. La eliminación de la guerra, la conversión de instrumentos de destrucción en herramientas de producción, y el fin del aprendizaje de la guerra, describen el Reino de Yeshúa HaMashíaj. Él es el Sar Šalom (Príncipe de Paz), cuyo reinado traerá la shalom definitiva a la tierra.
En la época actual, estas leyes proféticas nos recuerdan que la guerra y la violencia son realidades temporales que Elohím permite con un propósito de justicia y purificación, pero que no son Su voluntad final. El llamado a la prudencia y la ética en la guerra, como la preservación de los árboles frutales, resuena como un mandato para la mayordomía de la creación y el respeto por la vida, incluso en circunstancias extremas. Como discípulos de Maran Yeshúa, esperamos con anhelo el día en que Su Reino se establezca plenamente, y la paz sea la norma, no la excepción. Nuestra “guerra” no es contra carne y sangre (Efesios 6:12), sino espiritual, buscando la verdad y la justicia que Yeshúa encarna, y trayendo la shalom a aquellos que la anhelan.
6. Análisis Profundo
El pasaje de Deuteronomio 20:10-21:1 es una rica veta de principios teológicos y éticos.
Palabras clave y conceptos:
* שָׁלוֹם (šalom – paz): La primera instrucción es ofrecer paz (Deuteronomio 20:10). El término šalom en hebreo va más allá de la mera ausencia de conflicto; implica integridad, bienestar, plenitud, armonía y prosperidad. Es el estado ideal de la creación de Elohím. Ofrecer šalom es ofrecer la posibilidad de una relación de pacto o, al menos, de coexistencia pacífica y respeto mutuo. El Midrash Sifrei Devarim 20:10 enfatiza que incluso si sabían que la ciudad no aceptaría la paz, la oferta debía hacerse, demostrando que la iniciativa de paz es siempre del pueblo de HaShem.
* מִלְחָמָה (milḥamah – guerra): A pesar de la oferta de paz, la Torah reconoce la realidad de la guerra. Sin embargo, no es una guerra arbitraria o por motivos de conquista imperialista, sino una guerra en el contexto de la defensa, el cumplimiento de los mandatos divinos para poseer la tierra, o para establecer justicia. La Torah establece límites estrictos sobre cómo se debe librar la milḥamah, una distinción crucial de las prácticas de guerra paganas.
* חֵרֶם (ḥerem – devoción, destrucción total): Aunque la palabra no aparece explícitamente en los versos 20:10-15 (que tratan de ciudades lejanas), el verso 20:16-17 introduce el concepto de ḥerem para las ciudades cananeas dentro de Eretz Yisrael. Esto no era una crueldad gratuita, sino un juicio divino contra la maldad extrema de esas naciones (idolatría, sacrificios de niños, inmoralidad desenfrenada) y una medida preventiva para proteger a Israel de su influencia corruptora (Deuteronomio 20:18). El ḥerem subraya la santidad de la tierra y la abominación de ciertos pecados ante Elohím.
* מַצּוֹר (matzor – asedio): La Torah da instrucciones detalladas sobre cómo llevar a cabo un asedio (Deuteronomio 20:19-20). Esto no es solo una táctica militar, sino que está enmarcado por principios éticos.
* עֵץ הַשָּׂדֶה (etz ha-sadeh – árbol del campo): La prohibición de cortar árboles frutales durante un asedio (Deuteronomio 20:19) es una de las leyes más notables. “כִּי הָאָדָם עֵץ הַשָּׂדֶה לָבֹא מִפָּנֶיךָ בַּמָּצוֹר” (Ki ha-adam etz ha-sadeh lavo mi-faneja ba-matzor – ¿acaso el hombre es árbol del campo para que venga ante ti en el asedio?). Esta frase ha generado mucha discusión.
* Targum Onkelos traduce esta frase interrogativamente: “¿Acaso el hombre es un árbol del campo para que sea asediado por ti?”. Implicando que un árbol no puede huir del asedio como un hombre, por lo que debe ser protegido.
* Targum Yonatan ofrece una interpretación similar, subrayando que el árbol no ha pecado ni huido.
* Midrash Sifrei Devarim (20:19) y el Talmud (Bava Kama 91b) interpretan que “el hombre es un árbol del campo” para enseñar la importancia de la vida humana y la necesidad de sus sustentos. El árbol es la fuente de vida y alimento; destruir un árbol frutal es destruir una fuente de vida para el futuro, lo cual es contrario al espíritu de HaShem que provee. Esta ley resalta la mayordomía de la creación incluso en tiempos de conflicto extremo. Es un principio de bal tashḥit (no destruir).
Estas leyes, en su totalidad, enseñan que incluso en la guerra, el pueblo de Elohím debe operar bajo principios divinos de justicia, limitación del daño, oferta de paz y preservación de la creación. No se trata de una licencia para la barbarie, sino de una codificación para un conflicto ético, prefigurando la paz del Reino.
7. Tema Relevante
Un tema central y relevante de esta Aliyá es La Prioridad de la Paz y la Ética de la Mayordomía de la Creación, incluso en medio del Conflicto.
La Aliyá 6 nos enseña que la guerra, cuando es necesaria, no debe ser librada con imprudencia o destrucción desmedida. El primer acto en cualquier confrontación es la oferta de paz (Deuteronomio 20:10). Esta es una enseñanza profunda para los discípulos de Mashíaj. Aunque el mundo esté sumido en conflictos y divisiones, el llamado de Yeshúa es a ser pacificadores, a buscar la reconciliación y a agotar todas las vías de shalom antes de permitir que el conflicto escale. Este es un principio del Reino de los Cielos: buscar la paz, no solo como una estrategia, sino como un reflejo del carácter de Elohím, quien es el Elohím de paz.
Además, la prohibición de destruir los árboles frutales (Deuteronomio 20:19-20) es un poderoso recordatorio de la responsabilidad de la humanidad como mayordomos de la creación de Elohím. Incluso en el fragor de la batalla, cuando la supervivencia está en juego, se nos instruye a no dañar irreflexivamente los recursos que sostienen la vida. Esto se extiende a la ética de los discípulos de Mashíaj en su “guerra espiritual” (Efesios 6:12). No debemos destruir imprudentemente los “frutos” (vidas, recursos, verdades) en nuestra búsqueda de la victoria sobre el mal. Debemos proteger los dones de Elohím y sembrar para el futuro, incluso cuando nos enfrentamos a la oposición.
La vida de los discípulos de Mashíaj en el Reino de los Cielos se caracteriza por esta doble directriz: ser agentes de paz, dispuestos a tender puentes y ofrecer šalom, y ser mayordomos responsables de todo lo que Elohím nos ha confiado, tanto en el ámbito físico como en el espiritual. La verdadera victoria en el Reino de Elohím no se logra a través de la aniquilación total, sino a través de la transformación y la restauración, guiados por la justicia y la misericordia de Maran Yeshúa.
8. Descubriendo a Mashíaj
El pasaje de las “Leyes de guerra” apunta a Yeshúa HaMashíaj de varias maneras, revelando aspectos de Su persona y del Reino de los Cielos que Él inauguró.
1. El Príncipe de Paz: La primera y más significativa conexión es la instrucción de ofrecer paz antes de la guerra (Deuteronomio 20:10). Esta es una sombra del carácter de Yeshúa HaMashíaj, quien es el Sar Šalom, el Príncipe de Paz (Yesha’yahu 9:5/6). Yeshúa vino para traer la paz más profunda: la reconciliación entre Elohím y la humanidad, y entre los hombres. Él no vino a condenar al mundo, sino a ofrecer shalom y vida eterna a quienes creen en Él (Yoḥanan 3:17). Su primera oferta es siempre la paz del Reino de Elohím, una paz que “sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). La vida de Yeshúa, desde Su nacimiento anunciado por ángeles con el mensaje de “paz en la tierra” (Luqas 2:14) hasta Su sacrificio que hizo la paz (Qolossim 1:20), encarna este principio fundamental.
2. El Juicio Divino y la Redención: La distinción entre las ciudades lejanas a las que se ofrece paz y las ciudades cananeas destinadas a la destrucción (ḥerem) refleja la justicia de Elohím. Mientras que Yeshúa HaMashíaj vino como Salvador, Él también es el Juez justo (Yoḥanan 5:22). Su primera venida fue para ofrecer paz y salvación; Su segunda venida será para juzgar a las naciones y establecer plenamente el Reino de Elohím en justicia (Mattityahu 25:31-46). La destrucción de los cananeos fue un juicio particular por sus abominaciones; de manera análoga, Yeshúa advierte sobre el juicio venidero para aquellos que rechazan la oferta de paz del Reino.
3. La Mayordomía de la Creación y la Parábola de la Higuera: La prohibición de destruir los árboles frutales (Deuteronomio 20:19) resuena con las enseñanzas de Yeshúa sobre la mayordomía y el valor de la vida. La parábola de la higuera que no daba fruto (Luqas 13:6-9) y que el dueño quería cortar, pero el viñador intercedió para darle un año más para producir, es una ilustración mesiánica de la paciencia y la gracia de HaShem. Yeshúa, el “viñador”, busca nutrir y preservar, no destruir, hasta el último momento posible, reflejando el espíritu de no destruir los árboles frutales. Él valora la creación y busca que produzca fruto para el Reino de los Cielos.
Referencias Apócrifas y Pseudepigráficas:
El Libro de Baruj (2 Baruj), un texto pseudepigráfico, a menudo lamenta la destrucción de Yerushalayim pero anticipa la venida del Mashíaj para restaurar la paz y la justicia. En el contexto de las leyes de guerra, Yeshúa HaMashíaj es el que finalmente establecerá la Yerushalayim celestial, una ciudad de shalom donde ya no habrá guerra ni destrucción. El Evangelio de Tomás (logion 22), aunque apócrifo y con una perspectiva gnóstica, incluye una frase que dice: “Mar Yeshúa dijo: ¡Que los pacificadores se mantengan en paz!” Esta frase, incluso en su contexto inusual, refleja la centralidad de la paz en la identidad y misión de Yeshúa como instaurador del Reino de Elohím.
En resumen, las leyes de guerra de la Torah, con su énfasis en la oferta de paz, la justicia divina y la preservación de la vida y la creación, son sombras y tipos del Rey Yeshúa HaMashíaj y de Su venidero Reino, que es un Reino de shalom, justicia y restauración completa.
9. Midrashim y Targumim
Las interpretaciones rabínicas de Deuteronomio 20:10-21:1 en los Midrashim y Targumim añaden capas de comprensión y profundizan en el significado ético y teológico del pasaje.
1. La Oferta de Paz (Deuteronomio 20:10):
* Sifrei Devarim 20:10 (Parashat Shoftim): Este Midrash enfatiza que la oferta de paz es universal. Dice: “Incluso si te acercas a una ciudad de goyim (naciones no-judías) y sabes que no aceptarán tus términos de paz, aun así, debes ofrecerles paz.” Esto subraya el principio ético de HaShem, que la paz debe ser siempre la primera opción, no importa lo improbable que sea su aceptación. Esta enseñanza es crucial para comprender la voluntad de HaShem de šalom para el mundo, un principio que Yeshúa HaMashíaj lleva a su máxima expresión.
* Midrash Tanhuma, Shoftim 9: Explica que esta oferta de paz es una demostración de la misericordia de Elohím, incluso en la guerra. Permite a aquellos que no quieren pelear la oportunidad de rendirse y vivir, aunque sea bajo servidumbre.
2. El Concepto de Ḥerem (Deuteronomio 20:16-17):
* Los Targumim, como Targum Onkelos y Targum Yonatan, traducen ḥerem como “destrucción” o “devoción a la destrucción”. Esto no es interpretado como un acto de crueldad arbitraria, sino como un juicio divino contra las siete naciones cananeas por sus abominables prácticas (idolatría, inmoralidad, sacrificio de niños).
* El Talmud Bava Qama 38a discute la lógica detrás del ḥerem, afirmando que las naciones cananeas habían alcanzado un nivel de depravación tal que su existencia en la tierra de Israel corrompería irrevocablemente al pueblo elegido por HaShem. Por lo tanto, el ḥerem fue una medida radical para preservar la santidad del pueblo de Israel y la pureza de la tierra. Este concepto, aunque severo, es fundamental para entender la santidad y la justicia de HaShem, que Yeshúa HaMashíaj también manifestaría en Su juicio futuro.
3. La Prohibición de Destruir Árboles Frutales (Deuteronomio 20:19-20):
* Targum Onkelos sobre 20:19-20 traduce la frase “כִּי הָאָדָם עֵץ הַשָּׂדֶה לָבֹא מִפָּנֶיךָ בַּמָּצוֹר” (Ki ha-adam etz ha-sadeh lavo mi-faneja ba-matzor) como “¿Acaso el hombre es un árbol del campo para que sea asediado por ti?”. Esta interpretación sugiere que, dado que el árbol no puede huir del asedio como un hombre, no debe ser objeto de la misma brutalidad. Es un argumento de compasión hacia la creación de Elohím.
* Targum Yonatan sobre el mismo verso amplía esta idea, explicando que el árbol no ha cometido ninguna ofensa ni puede huir, por lo que no debe ser destruido.
Talmud Bava Kama 91b (y otros lugares en Sifrei): Los sabios discuten ampliamente el mandamiento de Bal Tashḥit* (no destruir). Extienden este principio más allá de los árboles frutales para incluir cualquier destrucción innecesaria de recursos o desperdicio. La idea es que todo lo que sustenta la vida y la prosperidad es un regalo de HaShem, y su destrucción es una afrenta al Dador. Este principio se conecta con la visión mesiánica de la restauración de la creación y la abundancia en el Reino de los Cielos.
En conjunto, los Midrashim y Targumim no solo aclaran el texto literal, sino que también revelan los principios éticos y morales subyacentes que HaShem espera de Su pueblo, incluso en las circunstancias más difíciles. Estas interpretaciones prefiguran la ética del Reino de Yeshúa HaMashíaj, donde la paz, la justicia y la mayordomía son los pilares.
10. Mandamientos
De esta Aliyá, se extraen varios mandamientos (mitzvot) o principios de vida que son profundamente aplicables para los discípulos de Mashíaj en el Reino de los Cielos:
1. El Mandamiento de Ofrecer Paz Primero (Deuteronomio 20:10): Antes de cualquier confrontación o conflicto (ya sea literal o metafórico en el ámbito personal o comunitario), el discípulo de Yeshúa HaMashíaj debe buscar y ofrecer la paz. Esto significa agotar todas las avenidas de diálogo, reconciliación y entendimiento. No se trata solo de evitar la violencia física, sino de cultivar un espíritu de shalom que busca la restauración de las relaciones. Para los del Reino de los Cielos, esto se manifiesta en la promoción de la paz y la justicia, siguiendo el ejemplo de Mar Yeshúa, el Príncipe de Paz.
2. El Principio de “No Destruir” (Bal Tashḥit) (Deuteronomio 20:19-20): Este mandamiento se extiende más allá de los árboles frutales. Enseña a los discípulos de Mashíaj la mayordomía responsable de la creación de Elohím y de los recursos que nos han sido dados. No debemos desperdiciar, dañar o destruir innecesariamente. En el contexto espiritual, significa no dañar la reputación de otros, no destruir la fe o la esperanza, no desperdiciar oportunidades o dones. Debemos cultivar y proteger lo que produce vida y fruto para el Reino. Es un llamado a la sostenibilidad y al respeto por la vida en todas sus formas.
3. La Importancia de la Justicia y el Discernimiento en el Juicio (Deuteronomio 20:13-18, y 21:1-9 en adelante): Aunque el ḥerem es un juicio severo, no es arbitrario. Las leyes que distinguen entre ciudades lejanas y cananeas, y las leyes subsiguientes sobre el muerto no identificado (Deuteronomio 21:1), subrayan la necesidad de la justicia y el discernimiento. Para los discípulos de Mashíaj, esto significa buscar la sabiduría del Ruaj HaKodesh para discernir cuándo y cómo actuar en situaciones difíciles. Debemos asegurarnos de que nuestras acciones sean justas, motivadas por el amor y la verdad de HaShem, y no por la venganza personal o la imprudencia.
4. La Lucha contra la Corrupción Espiritual (Deuteronomio 20:18): La razón del ḥerem era prevenir que Israel aprendiera las abominaciones de las naciones. Esto es un principio de “guerra espiritual” para los discípulos de Yeshúa HaMashíaj. Debemos ser vigilantes y “separados” de las influencias corruptoras del mundo que nos rodean, para no aprender sus caminos pecaminosos y no pecar contra Adonái nuestro Elohím. La batalla es por la pureza de la fe y la santidad de la vida en el Reino de los Cielos.
11. Preguntas de Reflexión
1. Considerando el mandamiento de ofrecer paz antes de la guerra, ¿cómo podemos aplicar este principio de “paz primero” en nuestros conflictos personales o comunitarios, tanto en el ámbito espiritual como en el social, como discípulos de Yeshúa HaMashíaj en el Reino de los Cielos?
2. La prohibición de destruir los árboles frutales, ¿qué nos enseña sobre nuestra responsabilidad como mayordomos de la creación de Elohím y de los “frutos” (recursos, talentos, relaciones) que HaShem nos ha dado para Su Reino, incluso en tiempos de prueba o dificultad?
3. ¿De qué manera la ética de las leyes de guerra de la Torah, con su énfasis en la justicia y la limitación del daño, prefigura y se cumple en la vida y las enseñanzas de Yeshúa HaMashíaj, quien es el Sar Šalom y el justo Juez del Reino de Elohím?
12. Resumen
La Aliyá 6 de la Parashá Shoftim nos sumerge en las “Leyes de guerra” de la Torah, revelando que incluso en el contexto de un conflicto, HaShem exige un estándar de justicia, misericordia y ética. Desde la obligación de ofrecer paz a una ciudad antes de sitiarla, hasta la innovadora prohibición de destruir árboles frutales, estas leyes subrayan la primacía de la shalom y la mayordomía de la creación. Aunque escritas para el establecimiento de Israel, estos principios resuenan poderosamente en el Reino de Yeshúa HaMashíaj, donde Maran Yeshúa, el Príncipe de Paz, nos llama a ser pacificadores, a preservar la vida y los recursos, y a buscar la justicia de Elohím en todas nuestras “batallas”. Esta sección de la Torah, por lo tanto, no es solo un código de guerra, sino una preparación profética para la paz y la plenitud del Reino de los Cielos que Yeshúa trae.
13. Tefiláh (Oración)
Padre Eterno, Adonái Elohím de šalom, te damos gracias por Tu sabiduría revelada en la Torah, que nos guía incluso en las leyes de guerra hacia Tus principios de justicia y misericordia. Ayúdanos, como discípulos de Yeshúa HaMashíaj, a ser siempre los primeros en ofrecer paz en nuestro mundo de conflictos. Danos discernimiento para ser mayordomos fieles de Tu creación y de todos los dones que nos has confiado, protegiendo lo que produce vida y fruto para Tu Reino. Que el Ruaj HaKodesh nos capacite para vivir como heraldos de Tu shalom, anhelando y trabajando por la plena manifestación del Reino de los Cielos, donde toda espada se convierta en reja de arado y Maran Yeshúa reine en perfecta paz. Amén.
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